Juegos Didacticos Para Niños De 2 A 3 Años Caseros

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Hola! Soy nuevo en este sub y que mejor que romperles los huevos mostrándoles mi primer cuento.

 El billete amarillo 
Cuando era chico e iba a primer grado, siempre, después del desayuno quedaba impaciente y con ansías de que sea ya hora de irse. Amaba ir a la escuela, sobre todo por aquellos quince minutos de recreo que esperábamos con un anhelo indecoroso que llegara. Quince minutos donde organizábamos torneos de bolitas y entre discusiones y querellas el tiempo se nos volvía escaso y teníamos que apurarnos para cada partido.
Las reglas eran simples, tres tingas o una y entrar al hoyi (que no era más que como le decíamos a los hoyos que había en el piso) para ganar el partido. En esos torneos siempre se ponía en juego nuestro orgullo. Todos odiábamos perder. Los más fuertes cuando perdían se mordían la lengua tratando de no llorar, mientras que los blanditos se iban a llorar con las maes.
Un día Santi, un polaquito con corte pelela que tenía las bolitas mas valiosas y preciosas de todo el recreo, decide organizar su propio torneo para el viernes. ¿La entrada? Era un peso o treinta y cinco hojas amarillas. Era claro que si cobraba una entrada tan cara era porque el premio era igual de lujoso.
-Cuidado que por ahí nos premia con sus otras bolitas- dijo Tobías en un intento por hacernos reír, pero estábamos tan asombrados que no le dimos la atención que su chiste merecía.
En la salida recuerdo que todos empezamos a mirar de izquierda a derecha en búsqueda de algún árbol que tuviese hojas amarillas, pero sin suerte de nada. Ramiro, sin embargo, fue a la mano de la mamá, quien siempre le compraba un heladito de agua a la salida, preguntándole si podía darle el peso del heladito para el viernes. La madre solo sonrió.
Los días pasaban y yo no pensaba en sacrificar mis polvorines a cambio de la entrada al torneo meditando que seguramente no lo ganaba y era mejor llorar con sabor vainilla en la boca que con hambre en la panza. Cada miércoles iba a mi casa con el auto de la mamá de Dana. Y no miento que, en cada calle, cada semáforo, cada señal de pare (que obviamente no paraba) buscaba un árbol con hojas amarillas. A veces olvidaba de contestar a las preguntas sin importancia de la mamá viendo sí a lo lejos alcanzaba a ver alguno. Y sin suerte, llego a mi casa preguntando a cada par de zapatos que veía si conocían algún árbol amarillo. Fue mi hermano quien accedió a la propuesta de ir a uno a la salida de la escuela. Creo yo que fue una excusa para poder estar con su novia, pero no me importaba, yo solo quería mi entrada para el torneo más importante de mi vida.
Y fue así como el jueves terminamos en una heladería. Ellos besándose y yo depreciando en secreto cada cuchareada del helado sin poder estar enfrentado a un árbol esperando a que sus hojas amarillas cayesen una por una. Fue ese momento que entendí que esas hojas eran a su vez también su boleto para verse con su novia. Hasta que, al bajar por una empedrada, me muestra en el final del camino lo que tanto buscaba. Esa felicidad de haber encontrado mi pasaje amarillo en el pasto me hizo muy venturoso. Llené cada bolsillo a más no poder con cada tique, no sea cosa que quede afuera del torneo. Y al llegar a casa puse a todas en la cama, contándolas una y otra vez, viendo como me alcanzaban para tres entradas. Soñando con que, si perdía una vez, podía entrar otras dos veces más.
Al despertarme escondí las hojas en el cuadernito de inglés ya que era el único que no revisaba mi madre y por los nervios quedé sin desayunar ni una sola gota de agua. Al llegar al colegio, Santi había faltado. O eso creímos todos hasta verlo entrar con su mejor guardapolvo y bien perfumado para el evento. Faltaban tres minutos y la gorda no paraba de dictarnos, todos mirando el reloj. Gritando tres, dos, uno... cuando tocó el timbre salimos corriendo a tapar el hoyi del torneo para que los de segundo no protestaran que llegaron antes. Estábamos todos muy ávidos de ganar y los partidos se sentían muy rápidos, muy intensos, muy astutos, muy enérgicos. Cada tinga se celebraba como un gol y las chicas siempre solían celebrar cuando su favorito metía alguna y se iban de a poco cuando los más lindos perdían.
Era mi momento de jugar contra Lucio y me fijé si en la bandera había alguna chica expectante de nuestro partido, pero creo que con Lucio no teníamos la suerte de tener encantos. Siempre decíamos que Lucio era un frasco pequeño de algo excéntricamente bueno, porque todos lo juzgaban por su estatura, pero era el mejor en todo lo que hacía.
Primera tinga de Lucio y en su segundo tiro trató de llegar velozmente al hoyi, pero no tuvo buena puntería. Era mi turno nuevamente y solo sabía que mi tiro tenía que tingar a la de Lucio para alejarlo del hoyi y no perder en cuartos de final, pero fallé y el aprovechó mi desatino para tingarme una segunda vez y acercarse nuevamente al hoyi. Yo sabía que la tenía muy difícil así que con mi último aliento apunté entre el hoyi y la de Lucio, casi como una desesperada para buscar acertar en alguno de los dos objetivos, pero, sin embargo, la cagué una tercera vez. Lucio que siempre se destacaba por su buena puntería optó por tingarme una tercera vez para ganar en vez de ir al hoyi. Casi con una furia que no pudo controlar de sus dedos, su bolita salió volando al otro lado del patio cayendo en una de las canaletas que hizo desaparecer su bolita. Y una regla no escrita era que, si perdías la bolita del partido, quedabas descalificado. Lucio corriendo de punta a punta no la encontraba y con una voz frenética puteaba por no encontrarla, puteaba de corazón, puteó como un padre puteando a los jugadores de su equipo, como le salió del alma, enseñándonos puteadas que nunca hubiéramos sido tan audaces de demostrar que las conocíamos. Sentíamos su dolor y lo triste que Lucio se sentía por dentro, pero las maes no, que le agarraron de los brazos como a un criminal y lo llevaron a dirección. Pobre Lucio, casi todos nos sentíamos tristes por él, pero no lo decíamos porque el torneo no había terminado. Era mi turno nuevamente, me tocó jugar contra Nico y se me hizo fácil ganarle ya que él no solía jugar mucho y cometía errores que le impedía llegar a primera como nosotros.
Y cuando tocó el timbre, solo quedaba la final, pero teníamos que entrar al aula antes de terminar como Lucio (a quien llamaron a sus padres). La clase de Lengua pasó rápido ya que la mitad de la clase se basó en decirnos que las malas palabras estaban mal y que teníamos que aprender a ser educados y responsables con lo que decíamos para no terminar como Lucio. Quien todos en secreto querían imitar por sus increíbles jugadas y sus chistes tan graciosos.
Cuando tocó el timbre nuevamente solo podíamos hablar del pobre Lucio y de lo doble cara que era la de lengua quien siempre nos trataba con desprecio cuando hacíamos algo mal. Pero todos quedaron en silencio cuando yo y Matías nos posicionábamos para empezar. Estábamos tan concentrados que no quedaba espacio para nada en nuestras mentes, solo la palabra ganar. Su error en el inicio fue dejar caer la bolita cerca de donde yo lanzaba y pude tener la primer tinga del partido, luego la segunda, pero no me alcanzó para ganar de un tercer golpe así que traté de acercarme al hoyi lo más que pude. Matías, sin embargo, no demostró ningún gesto de preocupación a su desventaja, a tres metros de distancia dio su beso de confianza muy seriamente, casi como si esta jugada la hubiese estado preparando toda su vida, miró atentó a mi bolita… tiró… y con una majestuosidad y delicadeza en el tiro, me tingó y sin dejarme reaccionar y de rebote, su bolita cayó en el hoyi. Todos la celebraron como la mejor jugada de la vida y a la vez la final del mundo. Yo sin embargo quedé shockeado frente a tal situación, pero antes de llorar por la derrota, lo felicité y fui corriendo a comprar mis polvorines de vainilla. En mi mente solo cabía para el recuerdo, ese tiro y esa definición tan limpia e impresionante que vi, como si todo hubiera estado calculado desde el inicio. Mientras caminaba a mi árbol para llorar, lo vi a Lucio ahí sentado, en su silencio y tristeza de haber perdido injustamente y encima de lo que iba a venir cuando llegara Don Lucio "el grande". Le invité una galletita y sumidos en el ruido de las celebraciones, nos quedamos en silencio y juntos a la par empezamos a llorar.
2
Fue pasando el tiempo y es donde conocí a María Julia en mis primeros años de secundaria, yo supe desde entonces que mi infancia se estaba destruyendo y unos pocos quedaban cerca mío para revivir ese tiro de tres metros que había quedado grabado en nuestros recuerdos. María Julia fue el sólido choque que me hizo decir que ya no era más ese niño que llegó a la gran final de las bolitas.
Ese primer día que comimos helado solo pude pensar en mi hermano sentado en mi lugar con su de ese entonces novia y mis bolsillos llenos de billetes amarillos que me llevarían al torneo más importante de mi vida. Habíamos pasado por a lado del departamento de Santi y en la heladería no pude evitar pensar que esas hojas eran tan preeminentes como los sándwiches de un peso que hacía Don Cholo (y no había nada mejor que esos sándwiches caseros hechos por las manos de Don Cholo). Comprendí después de tantos años el profundo amor que tenía Santi hacía los árboles y que quizás se debía al escaso verde del edificio (y de amarillo ni hablar) que le hizo pensar que las hojas eran igual de valiosas que el valor que tenía cualquier cosa del kiosco de Don Cholito. Recuerdo que el primer encuentro con un lapacho amarillo que tuvimos con Santi fue el día que fuimos a la granja. Santi prestaba más atención a los lapachitos que a los pavos reales, mientras que nosotros presuponíamos que ver tantas plumas en algo que confundíamos con palomas grandes era mucho más impresionantes que un tranquilo simple y llano lapacho amarillo.
Y también comprendí que mi salida con María Julia se convirtió más en un viaje a la infancia que en una cita y con mis últimos quince pesos hice entrar a María Julia sin explicaciones a un kiosco para comprar unos polvorines de vainilla, luego, le pedí que me acompañara a acostarnos en "la sombra de la nostalgia". Ella, pobre, no entendía nada y pensaba que tal vez era un ataque neurótico que me había agarrado y tendría que prever una excusa de escape por si me terminaba volviendo loco.
Pasamos por dos lapachos rosados que nos guiaban como ese recuerdo tan latente a mi querido generador de tiques amarillos. Me fascinaban al igual que los amarillos, pero ese amarillo tenía un aroma a infancia que quería revivir por una última vez y no tenía tiempo de admirar a los otros, a María Julia que era mi choque de realidad que ya no era un pendejo le quería mostrar mi más reluciente recuerdo de la infancia y a ella no le quedaba mucho tiempo conmigo, a las siete se tenía que ir y yo no quería acostarme solo en el pasto lleno de billetes amarillos, así que la hice correr y correr como niños que tratan de cazar pajaritos en el campo. Pero donde estaba el lapacho, había una casa. Me la quedé mirando deseando haberme equivocado de calle y mirando de reojo si lo de enfrente era el kiosco que recordaba. Lo miré quince veces deseando que no fuese verdad, una tras otra pensando que me había equivocado, quería haberme equivocado.
Me acosté en el piso de manera que María Julia no me viese y empecé a llorar como cuando lo hicimos con Lucio. El lapacho ya no estaba y Lucio tampoco, Santi se fue y los demás estaban lejos. Lloré con nostalgia y melancolía, hasta que una mano que no pertenecía a mi infancia me tocó el cuello y con su dulce voz me preguntaba que era lo que pasaba. Yo, con una voz rota, solo pude decir que, por culpa de esa casa, miles de chicos se quedaron sin su billete amarillo.
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Mi primer cuento

 El billete amarillo 
Cuando era chico e iba a primer grado, siempre, después del desayuno quedaba impaciente y con ansías de que sea ya hora de irse. Amaba ir a la escuela, sobre todo por aquellos quince minutos de recreo que esperábamos con un anhelo indecoroso que llegara. Quince minutos donde organizábamos torneos de bolitas y entre discusiones y querellas el tiempo se nos volvía escaso y teníamos que apurarnos para cada partido.
Las reglas eran simples, tres tingas o una y entrar al hoyi (que no era más que como le decíamos a los hoyos que había en el piso) para ganar el partido. En esos torneos siempre se ponía en juego nuestro orgullo. Todos odiábamos perder. Los más fuertes cuando perdían se mordían la lengua tratando de no llorar, mientras que los blanditos se iban a llorar con las maes.
Un día Santi, un polaquito con corte pelela que tenía las bolitas mas valiosas y preciosas de todo el recreo, decide organizar su propio torneo para el viernes. ¿La entrada? Era un peso o treinta y cinco hojas amarillas. Era claro que si cobraba una entrada tan cara era porque el premio era igual de lujoso.
-Cuidado que por ahí nos premia con sus otras bolitas- dijo Tobías en un intento por hacernos reír, pero estábamos tan asombrados que no le dimos la atención que su chiste merecía.
En la salida recuerdo que todos empezamos a mirar de izquierda a derecha en búsqueda de algún árbol que tuviese hojas amarillas, pero sin suerte de nada. Ramiro, sin embargo, fue a la mano de la mamá, quien siempre le compraba un heladito de agua a la salida, preguntándole si podía darle el peso del heladito para el viernes. La madre solo sonrió.
Los días pasaban y yo no pensaba en sacrificar mis polvorines a cambio de la entrada al torneo meditando que seguramente no lo ganaba y era mejor llorar con sabor vainilla en la boca que con hambre en la panza. Cada miércoles iba a mi casa con el auto de la mamá de Dana. Y no miento que, en cada calle, cada semáforo, cada señal de pare (que obviamente no paraba) buscaba un árbol con hojas amarillas. A veces olvidaba de contestar a las preguntas sin importancia de la mamá viendo sí a lo lejos alcanzaba a ver alguno. Y sin suerte, llego a mi casa preguntando a cada par de zapatos que veía si conocían algún árbol amarillo. Fue mi hermano quien accedió a la propuesta de ir a uno a la salida de la escuela. Creo yo que fue una excusa para poder estar con su novia, pero no me importaba, yo solo quería mi entrada para el torneo más importante de mi vida.
Y fue así como el jueves terminamos en una heladería. Ellos besándose y yo depreciando en secreto cada cuchareada del helado sin poder estar enfrentado a un árbol esperando a que sus hojas amarillas cayesen una por una. Fue ese momento que entendí que esas hojas eran a su vez también su boleto para verse con su novia. Hasta que, al bajar por una empedrada, me muestra en el final del camino lo que tanto buscaba. Esa felicidad de haber encontrado mi pasaje amarillo en el pasto me hizo muy venturoso. Llené cada bolsillo a más no poder con cada tique, no sea cosa que quede afuera del torneo. Y al llegar a casa puse a todas en la cama, contándolas una y otra vez, viendo como me alcanzaban para tres entradas. Soñando con que, si perdía una vez, podía entrar otras dos veces más.
Al despertarme escondí las hojas en el cuadernito de inglés ya que era el único que no revisaba mi madre y por los nervios quedé sin desayunar ni una sola gota de agua. Al llegar al colegio, Santi había faltado. O eso creímos todos hasta verlo entrar con su mejor guardapolvo y bien perfumado para el evento. Faltaban tres minutos y la gorda no paraba de dictarnos, todos mirando el reloj. Gritando tres, dos, uno... cuando tocó el timbre salimos corriendo a tapar el hoyi del torneo para que los de segundo no protestaran que llegaron antes. Estábamos todos muy ávidos de ganar y los partidos se sentían muy rápidos, muy intensos, muy astutos, muy enérgicos. Cada tinga se celebraba como un gol y las chicas siempre solían celebrar cuando su favorito metía alguna y se iban de a poco cuando los más lindos perdían.
Era mi momento de jugar contra Lucio y me fijé si en la bandera había alguna chica expectante de nuestro partido, pero creo que con Lucio no teníamos la suerte de tener encantos. Siempre decíamos que Lucio era un frasco pequeño de algo excéntricamente bueno, porque todos lo juzgaban por su estatura, pero era el mejor en todo lo que hacía.
Primera tinga de Lucio y en su segundo tiro trató de llegar velozmente al hoyi, pero no tuvo buena puntería. Era mi turno nuevamente y solo sabía que mi tiro tenía que tingar a la de Lucio para alejarlo del hoyi y no perder en cuartos de final, pero fallé y el aprovechó mi desatino para tingarme una segunda vez y acercarse nuevamente al hoyi. Yo sabía que la tenía muy difícil así que con mi último aliento apunté entre el hoyi y la de Lucio, casi como una desesperada para buscar acertar en alguno de los dos objetivos, pero, sin embargo, la cagué una tercera vez. Lucio que siempre se destacaba por su buena puntería optó por tingarme una tercera vez para ganar en vez de ir al hoyi. Casi con una furia que no pudo controlar de sus dedos, su bolita salió volando al otro lado del patio cayendo en una de las canaletas que hizo desaparecer su bolita. Y una regla no escrita era que, si perdías la bolita del partido, quedabas descalificado. Lucio corriendo de punta a punta no la encontraba y con una voz frenética puteaba por no encontrarla, puteaba de corazón, puteó como un padre puteando a los jugadores de su equipo, como le salió del alma, enseñándonos puteadas que nunca hubiéramos sido tan audaces de demostrar que las conocíamos. Sentíamos su dolor y lo triste que Lucio se sentía por dentro, pero las maes no, que le agarraron de los brazos como a un criminal y lo llevaron a dirección. Pobre Lucio, casi todos nos sentíamos tristes por él, pero no lo decíamos porque el torneo no había terminado. Era mi turno nuevamente, me tocó jugar contra Nico y se me hizo fácil ganarle ya que él no solía jugar mucho y cometía errores que le impedía llegar a primera como nosotros.
Y cuando tocó el timbre, solo quedaba la final, pero teníamos que entrar al aula antes de terminar como Lucio (a quien llamaron a sus padres). La clase de Lengua pasó rápido ya que la mitad de la clase se basó en decirnos que las malas palabras estaban mal y que teníamos que aprender a ser educados y responsables con lo que decíamos para no terminar como Lucio. Quien todos en secreto querían imitar por sus increíbles jugadas y sus chistes tan graciosos.
Cuando tocó el timbre nuevamente solo podíamos hablar del pobre Lucio y de lo doble cara que era la de lengua quien siempre nos trataba con desprecio cuando hacíamos algo mal. Pero todos quedaron en silencio cuando yo y Matías nos posicionábamos para empezar. Estábamos tan concentrados que no quedaba espacio para nada en nuestras mentes, solo la palabra ganar. Su error en el inicio fue dejar caer la bolita cerca de donde yo lanzaba y pude tener la primer tinga del partido, luego la segunda, pero no me alcanzó para ganar de un tercer golpe así que traté de acercarme al hoyi lo más que pude. Matías, sin embargo, no demostró ningún gesto de preocupación a su desventaja, a tres metros de distancia dio su beso de confianza muy seriamente, casi como si esta jugada la hubiese estado preparando toda su vida, miró atentó a mi bolita… tiró… y con una majestuosidad y delicadeza en el tiro, me tingó y sin dejarme reaccionar y de rebote, su bolita cayó en el hoyi. Todos la celebraron como la mejor jugada de la vida y a la vez la final del mundo. Yo sin embargo quedé shockeado frente a tal situación, pero antes de llorar por la derrota, lo felicité y fui corriendo a comprar mis polvorines de vainilla. En mi mente solo cabía para el recuerdo, ese tiro y esa definición tan limpia e impresionante que vi, como si todo hubiera estado calculado desde el inicio. Mientras caminaba a mi árbol para llorar, lo vi a Lucio ahí sentado, en su silencio y tristeza de haber perdido injustamente y encima de lo que iba a venir cuando llegara Don Lucio "el grande". Le invité una galletita y sumidos en el ruido de las celebraciones, nos quedamos en silencio y juntos a la par empezamos a llorar.
2
Fue pasando el tiempo y es donde conocí a María Julia en mis primeros años de secundaria, yo supe desde entonces que mi infancia se estaba destruyendo y unos pocos quedaban cerca mío para revivir ese tiro de tres metros que había quedado grabado en nuestros recuerdos. María Julia fue el sólido choque que me hizo decir que ya no era más ese niño que llegó a la gran final de las bolitas.
Ese primer día que comimos helado solo pude pensar en mi hermano sentado en mi lugar con su de ese entonces novia y mis bolsillos llenos de billetes amarillos que me llevarían al torneo más importante de mi vida. Habíamos pasado por a lado del departamento de Santi y en la heladería no pude evitar pensar que esas hojas eran tan preeminentes como los sándwiches de un peso que hacía Don Cholo (y no había nada mejor que esos sándwiches caseros hechos por las manos de Don Cholo). Comprendí después de tantos años el profundo amor que tenía Santi hacía los árboles y que quizás se debía al escaso verde del edificio (y de amarillo ni hablar) que le hizo pensar que las hojas eran igual de valiosas que el valor que tenía cualquier cosa del kiosco de Don Cholito. Recuerdo que el primer encuentro con un lapacho amarillo que tuvimos con Santi fue el día que fuimos a la granja. Santi prestaba más atención a los lapachitos que a los pavos reales, mientras que nosotros presuponíamos que ver tantas plumas en algo que confundíamos con palomas grandes era mucho más impresionantes que un tranquilo simple y llano lapacho amarillo.
Y también comprendí que mi salida con María Julia se convirtió más en un viaje a la infancia que en una cita y con mis últimos quince pesos hice entrar a María Julia sin explicaciones a un kiosco para comprar unos polvorines de vainilla, luego, le pedí que me acompañara a acostarnos en "la sombra de la nostalgia". Ella, pobre, no entendía nada y pensaba que tal vez era un ataque neurótico que me había agarrado y tendría que prever una excusa de escape por si me terminaba volviendo loco.
Pasamos por dos lapachos rosados que nos guiaban como ese recuerdo tan latente a mi querido generador de tiques amarillos. Me fascinaban al igual que los amarillos, pero ese amarillo tenía un aroma a infancia que quería revivir por una última vez y no tenía tiempo de admirar a los otros, a María Julia que era mi choque de realidad que ya no era un pendejo le quería mostrar mi más reluciente recuerdo de la infancia y a ella no le quedaba mucho tiempo conmigo, a las siete se tenía que ir y yo no quería acostarme solo en el pasto lleno de billetes amarillos, así que la hice correr y correr como niños que tratan de cazar pajaritos en el campo. Pero donde estaba el lapacho, había una casa. Me la quedé mirando deseando haberme equivocado de calle y mirando de reojo si lo de enfrente era el kiosco que recordaba. Lo miré quince veces deseando que no fuese verdad, una tras otra pensando que me había equivocado, quería haberme equivocado.
Me acosté en el piso de manera que María Julia no me viese y empecé a llorar como cuando lo hicimos con Lucio. El lapacho ya no estaba y Lucio tampoco, Santi se fue y los demás estaban lejos. Lloré con nostalgia y melancolía, hasta que una mano que no pertenecía a mi infancia me tocó el cuello y con su dulce voz me preguntaba que era lo que pasaba. Yo, con una voz rota, solo pude decir que, por culpa de esa casa, miles de chicos se quedaron sin su billete amarillo.
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Sal de Amanecer - Parte 1: Capitulo I.2

. . .así como ella, Aura disfruta de la manía de tener el Cielo abajo y todos los demás colores sobre Él—pues Arriba era lo único que tenía color aquella vez que lo vio llegar, estirándose expansivo desde el huevo de su lejanía, en el punto donde la atmósfera, azul en sus estratos más altos, verde en las alteradas vecinidades del sol cayendo en picada, se dejaba caer como un hilo en la boca de la cuna de cemento y varillas enmarcando el único camino a-falta-de-alas hacia ella desde la entrada de su calle. Era un vochito del 98', comprado recientemente—Aura descubriría después que la transacción había ocurrido a punta de pistola—en cuyos asientos había una clara división planar, pues atrás, un religioso espacio autosustentable habitaba, cuyo olor ni el Frío del ambiente circundante logró detenerle el paso hasta sus sensores ornitales: patinas cristalinas de vieja y derramada cerveza, pegándose a sus dedos como telarañas, con patrones de grietas radiales fáciles de imaginar habían sido diseñados por una artística arácnida emprendedora en su tiempo libre, atrapando colillas aquí y allá, fungiendo como cadáveres compartamentalizados para futuro consumo. Aura llego a jurar, tras una inspección detallada, que aquellas colillas muertas todavía palpitaban en intervalos aleatorios, pero discernibles—chupadas e inhaladas por el bencénico aire presente, fumándose a sí mismo, replicándose sin fin.
"¿Por qué tienes tantos periódicos aquí? No me puedo ni sentar, René. Hubieras limpiado el coche si sabías que ibas a venir por mí."
Grandes, blancas, italizadas y recostadas en un fondo rojo—Aura no dejaba, no podía, dejar de verlas.
"¿René?” dijo, sosteniendo en su mano la primera hoja de periódico de la pila a sus pies. “¿Enserio?" Husmeando sobre las superficies con mujeres casi desnudas, una por una, ignorando, tratando de ignorar, el factor más importante. . . .
"Fíjate bien, mami," Aura, al oír esto, instintivamente puso atención. "Ábrelos."
Y eso hizo Aura. Adentro había más portadas, de 6 a 17 por portada madre, dobladas, redobladas y colocadas con esmero y dedicación dentro de sí.
"Ahora sí creo que es por las fotos."
"Fíjate en los títulos. Allí está la razón, la magia."
No quiso verlos, tanto por no ceder, como porque René manejaba como si llevará una micro, echándose carreras con extraños y mentando madres sin discriminar, volteando cada vez que lo hacía hacia ella, con ojos de victoria, esperando su aprobación. Entre tanto jalón, al arrancar en contra de la luz roja sobre ellos, su mirada fue guiada por la inercia del momento hacia el suelo por un segundo, segundo suficiente para deslumbrar los garabatos que tanto había querido ignorar, haciéndose presentes en su orbe de interés, en su ojo mental.
Des-pan-zurrado: un panadero ambulante muere atropellado. Página 7.
Elektrificante: una falla eléctrica mata a 3 en un Elektra. Página 7.
Su pulcra madre: madre mata a su hijo mientras dormía por no lavar los trastes de la cena. Página 14.
Todas las portadas contenían mensajes parecidos. El Cielo y su azul cada vez más quemado fueron reemplazados por aquel rojo que permea cada página que va pasando. . . . Su primer beso, su vida desde ese momento, sellada bajo la luz de alto, llenándola de cenizas y firmando el contrato de engramación de todas las destilaciones de esos momentos dentro de su estructura de dendritas y fantasía sobre el proyecto de su Complejo de Amor. . . . Y nada de eso importaba para ella, ni para él. Entre ellos había 6 años de diferencia, pero, bien sabían, seguían siendo unos niños. Y no veían nada mal con ello.
"El reino de los cielos es de aquellos que son como niños, ma."
"Claro que sí, Aura, pero de aquellos que son como niños, no quienes se quedan siéndolo."
Aura no podía levantar su atención, sin importar donde colocara sus ojos, de la pila de terror de nuevo en el suelo—juegos de palabras tomados de la mano de la muerte, del morbo, con la tierra en la que el Mictlán desgarra a los muertos, la misma tierra que vino a dar soporte a los dos tipos de canales lacrimales de Aura, tapizando por debajo las pisadas de cada lágrima derramada por ella: un canal reforzado, apto para desembocar tragedia; otro moldeado a carcajadas, chistes malos y buenos, bromas entre amigos, coincidencias de la vida y de la muerte, de lo muerto, lo que nunca ha vivido, los objetos y los malentendidos, siempre reverbando la naturaleza vibratoria de la suave presencia sonora de la diversión, hasta redondear cada pared muscular y nerviosa en una retorcida mueca facial que muchos, quizás todos alrededor del mundo, podían tomar como una sonrisa, o mínimo alguna expresión de gozo, jovialidad o sana energía . . . pero sus lágrimas corren por ambos caminos, contaminándose entre sí, mezclando sentimientos para crear un tercero maldito.
"¿Segura que iremos ahí?"
"Que sí, René. ¿No que ya ibas a dejar de—"
"Si, si, está bien. . . . Diablos. Ya no te enojes."
"Ya van muchas veces que tratas de hacerme cambiar de opinión, ya no—"
"Es bien."
De regreso a casa no hablaron para nada, ni siquiera el nuevo integrante de la familia, su sonrisa lentamente borrándose desde que salieron del centro de adopción.
"¿No dijo Quemer que vendría?"
"Está trabajando, hubo una—" aunque Aura no lo veía, continuo sin darle importan-cia. "Una junta improvista."
"Genial, papá . . . Genial."
"Y dime, René, ¿cómo le pondrán al perrito?"
"Es perrita, papá."
"Oh, sí. Bueno, eso."
"Había pensado en Jamona," respondió René, "pero aquí, sus hermosos ojos, señor Lucifez—"
"Por favor, René: ya te he dicho que me llames Evan."
"Si, claro, disculpe. Señor Evan, creo que, por nuestra seguridad, le llamaremos cómo propuso Aura: Katherine."
"Katherine" fue deshaciéndose en las enzimas del lenguaje y la flojera en una contracción de 3 letras, que para los amigos y familiares de Aura era un tema sin importancia, sólo dando ocasionales suspiros de risa como bono en reuniones familiares, en donde se repetían las mismas historias, cada año un poco más desfiguradas, o en primeras introducciones, estuviera Kat presente o no. Pero para ella misma, era un tema muy delicado.
"¿Puedes creer que me lo deformaran a Kat? Esos malditos . . ."
"Excelente decisión, ¿no?" le respondió Oximoro, "por lo menos sabes lo que significa tu nombre. La otra vez me encontré a Carbono y a Papá Sismo en el parque detrás de la casa de Caguamo, y le pregunté si sabía lo que significaba mi nombre . . . Pues el maldito solamente se río y se fue a leerle a Sismo de nuevo."
"Lo ves, siempre es lo mismo contigo Oxi: nunca me escuchas."
Y los ladridos se empezaron a escuchar, pequeños y agudos, sacando de quicio a otros perros, gatos, aves . . . incluso llegando hasta los oídos de un par de cabras listas para ser llevadas a algún matadero casero, fuera para alimentar a una familia o para iniciar algún ritual, básicamente lo mismo en la gran escala de las cosas: sacrificios a los cuales parece que todos son conducidos sin importar las líneas por las que se llegue, chocando en un manojo de opciones que al final de día son lo mismo, una reducción que bien nos parece natural, pero sabemos que hay algo mal, algo enérgicamente desperdiciado en ello. . . .
Fueron los balidos los que parecían haber empezado todo. Los bulbos que la habían mantenido ahí, perdida en el ombligo del envolvente rango montañoso, en el elevado valle donde cada día parecía caer más profundo, habían dejado de funcionar por un momento. . . . ¿No crees, Aura, que el pasado sigue estando muy presente? ¿No puedes saborear al espíritu de la sal al recordar?
¿Y por qué habían hecho eso? ¿Por qué las telarañas eléctricas estratificadas una sobre la otra habían recibido el rojo? Bueno, lo mismo se pregunta ella, pegada al piso, ojos remando entre archivos de reinicio, tiempo corriendo en gravedad disminuida, tic-tic-toc-toc, sangre oxigenándose en los vestíbulos de un corazón claustrofóbico que hacía tiempo no había generado más que suspiros.
"Señorita Lucifez, ¿se encuentra bien?" preguntó el profesor, temeroso a acercarse.
"Aura, ¡Aura!"
Aura tomó las manos de Kessandra: sentía que sus oídos podían agarrar más el sonido de las palmas de ella, tocándola con miedo, que del aire alrededor.
"Si, estoy bien." dijo Aura al levantarse, la mano derecha apoyada en el pizarrón, la izquierda en Kessandra. Sus pies aún no se ajustaban al suelo, haciéndola tambalear y caer, levantarse de nuevo y caer—sentía que no era ella, que era la escuela, la ciudad.
"Señorita Nietzes, ¿puede llevar su compañera a la enfermería?"
"Enseguida."
"No te preocupes, 'Sandra. Yo la llevo."
Detrás de él empezó a escurrirse horizontalmente una luz grisácea muy clara. La lluvia empezaba a llegar, anunciándose en sensores óseos y meteorológicos. Abajo, la Ciudad los espera.
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Por qué los barrios pobres no van a votar: la abstención en las zonas más excluidas duplica a la de las más ricas

El barrio sevillano de 'las 3.000 Viviendas', uno de los más empobrecidos de España, fue el que más se abstuvo en las elecciones generales de 2016. Los que más participaron fueron los vecinos del acomodado barrio del Pla del Remei, en Valencia "Es un pez que se muerde la cola: como no votan, los políticos no se interesan por ellos, ellos no se sienten escuchados y vuelven a abstenerse en las siguientes elecciones", explica el investigador Manuel Trujillo BUSCADOR | Busca entre las 16 mayores ciudades españolas y comprueba cuál es la renta media del barrio y cuántos votantes se abstuvieron en 2016 Raúl Sánchez 07/04/2019 - 21:37h Compartir en Facebook Compartir en Twitter Norte y sur, este y oeste, centro y periferia o costa e interior pueden marcar las fronteras invisibles de una ciudad. Muchas veces, esos límites no solo señalan las desigualdades económicas sino también políticas. Vivir en un barrio rico o pobre influye de manera determinante en las probabilidades de que una persona acuda a votar a su colegio electoral o se quede en casa en unas elecciones generales.
Por ejemplo, una brecha de casi 90.000 euros de ingresos por hogar separa al barrio de 'las 3.000 Viviendas' en Sevilla, el segundo más empobrecido de España, y El Viso en Madrid, el más rico. La desigualdad económica también se convierte en desigualdad electoral: en el primero, el 55% de los residentes no acudieron a votar en las elecciones generales de 2016; en el segundo, el 18%.
¿Una casualidad? Los datos analizados por eldiario.es muestran que los barrios con menos renta se abstuvieron el doble en las elecciones generales de 2016 que las zonas más acomodadas en las 16 mayores ciudades españolas. Mientras que la abstención alcanzó el 42% en los barrios con una renta media por debajo de los 20.000 euros, solo el 20% de los residentes de las zonas con ingresos superiores a los 50.000 euros renunciaron a votar.
Este es el resultado del análisis de eldiario.es de los datos del proyecto estadístico Urban Audit, publicados por el Instituto Nacional de Estadística, y los resultados electorales de las elecciones generales del 26J. Ver metodología
"Esto no es nuevo, siempre ha habido agujeros negros electorales que han sido los barrios más pobres", explica Braulio Gómez, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Deusto y autor de varios trabajos sobre la relación entre abstención y renta. "Si en tu casa no tienes la nevera en condiciones para mantener tu vida cotidiana, es más difícil que tengas ese tiempo para buscar información política", comenta Gómez.
La tendencia se repite en los 16 municipios más poblados de España: cuanto más pobre es el barrio, más se abstuvieron sus residentes en las elecciones generales de 2016. Sin embargo, este fenómeno se agrava en las ciudades con mayor brecha entre barrios humildes y zonas acomodadas. Es decir, áreas metropolitanas más desiguales.
Pero, ¿por qué los residentes de barrios como El Raval (Barcelona), San Cristóbal (Madrid), Los Pajaritos (Sevilla) o Palma-Palmilla (Málaga) acuden menos a votar? Los expertos lo achacan a un alejamiento total de la política y una sensación de exclusión por su situación económica.
"Es un tipo de cultura que es lejana a ellos, que no les representa no participan porque no es su juego político", argumenta Miguel Alhambra, sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid y autor de un estudio académico sobre desigualdad social y abstención electoral en Madrid y Barcelona. "Es un efecto de la propia desigualdad: si para tener voz y voto tienes que tener capital cultural, al final te callas", comenta.
'Las 3.000 Viviendas' y la zona de Juan XXIII en Alicante son los barrios que más se callaron en las elecciones del 26J. Alrededor de la mitad de los residentes decidieron no ejercer su derecho al voto en 2016. "Aunque realmente digamos que no hace falta gran cosa (para votar), coger tu DNI y acercarte al colegio electoral, algo que nos parece sencillo, no lo es para muchas personas", explica la doctora en psicología social Cristina Cuenca.
Para Cuenca, es complicado decir "que vaya a votar" a una persona que esté en "una situación de desempleo cronificado, una familia afectada porque el padre o la madre tenga un problema de adicción o una persona sin hogar".
Pero, ¿cómo y a qué partidos votan los barrios de renta más bajas y mayores problemas derivados de esta desigualdad? Para comprobarlo, analizamos los datos de 509 barrios de las mayores ciudades españolas.
Fuente: Urban Audit, INE, Ministerio de InteriorMade with Flourish
Los investigadores alertan de las consecuencias políticas de la segregación entre barrios humildes de baja participación y zonas acomodadas con alta participación. "Es un pez que se muerde la cola: como no votan, los políticos no se interesan por ellos, ellos no se sienten escuchados y vuelven a abstenerse en las siguientes elecciones", argumenta Manuel Trujillo, investigador del Instituto de Estudios Sociales del CSIC.
Precisamente, el estudio Urnas Vacías en los suburbios de las ciudades, realizado por Trujillo y Braulio Gómez para el Observatorio Social de La Caixa, identificó una correlación "altísima" entre vivir en una zona caracterizada por la carencia de todo tipo de recursos y la abstención electoral en las municipales de 2015.
"A nivel electoral, cuando se agudiza este fenómeno, la izquierda pierde muchísimos votos", afirma Trujillo, que pone como ejemplo las pasadas elecciones autonómicas en Andalucía. Tal y como publicó eldiario.es, la abstención se disparó el 2D en los barrios más pobres de Sevilla, Málaga y Córdoba, donde Podemos y sobre todo el PSOE tenían más poder electoral.
Los datos de las generales del 26J, en 2016, también señalan esta tendencia: los partidos de izquierda son mucho más fuertes en los suburbios de las grandes ciudades y las candidaturas de derecha consiguen más votos en las zonas más ricas. Un voto de clase que se agudiza en los extremos: la izquierda promedia el 67% de las papeletas en los barrios que ingresan menos de 20.000 euros y la derecha se lleva el 74% de los sufragios en las zonas con una renta media superior a los 50.000 euros por hogar.
Manuel Buñuel, politólogo e investigador de la relación entre abstención y renta en la ciudad de Sevilla, asegura que existe una sensación en las zonas más marginadas de que la clase política solo va a esos barrios durante la campaña electoral y que después están "cuatro años sin aparecer". "Se ha luchado tanto tiempo para que el voto se ampliara a más capas de la población y los que más lucharon por ampliarlo son los que más se abstienen actualmente", reflexiona Buñuel.
Un fenómeno que apenas ha variado con el surgimiento de formaciones políticas como Podemos o Ciudadanos, según concluye el estudio Urnas Vacías. "Esto genera una concentración de poder político: si los ricos siempre votan, tendrán más poder en sus manos para que se tengan en cuenta sus intereses", explica el investigador Braulio Gómez.
La renta media de los diez barrios que más se abstuvieron en las generales de 2016 era de 19.000 euros por hogar. Entre los diez que más participaron, la cifra sube hasta los 68.000. Para Manuel Trujillo, "esto se acaba convirtiendo en un déficit democrático porque hay cierta población que no se siente representada y que no acaba siendo escuchada".
Más de una treintena de barrios de las grandes áreas urbanas registraron porcentajes de abstención por encima del 40% de los residentes en 2016. Si resides en alguna de las 16 mayores ciudades españolas, puedes buscar tu barrio.
BUSCADOR: ¿cuántos vecinos se abstuvieron en cada barrio en las elecciones del 26J? Busca un municipio o barrio y descubre el porcentaje de abstención o a qué candidaturas votaron los barrios más pobres y ricos. Solo se incluyen 509 barrios de las 16 ciudades más pobladas
Flourish logoA Flourish data visualisation Fuente: Urban Audit, INE, Ministerio del Interior
Para contextualizar la desigualdad política de las ciudades españolas, analizamos los datos de abstención y renta media en los barrios que representan el 20% más rico y el 20% más pobre de diez de las mayores áreas urbanas en España. Haz click en alguna de las siguientes ciudades para leer cada apartado.
Barcelona Gijón Bilbao Sevilla Las Palmas de G.C. Madrid Valencia Córdoba Zaragoza Vigo 1. La segregación económica de Barcelona
Tres factores unen a los barrios de El Raval, El Besòs, el Maresme y Nou Barris. Son los barrios que más se abstienen, más empobrecidos y con mayor población extranjera de Barcelona. Frente a ellos, el distrito de Sarrià-Sant Gervasi agrupa las zonas de mayor renta, menor abstención y más población nativa.
Una segregación económica, racial y social que divide a Barcelona entre la ciudad de Convergencia y PP frente a la de En Comú y el PSOE.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
CDC
En Comú
PP
PSOE
Cs
ERC 20% más pobre
AbstenciónRenta media41,1%24.410€ 20% más rico
AbstenciónRenta media28,3%55.712€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. Las Mil Quinientas viviendas de Gijón
En 1953, el Instituto Nacional de la Vivienda recibe el encargo de realizar un proyecto para alojar a los obreros que procedían del ámbito rural de Gijón en el Pumarín. Así es como se desarrollaron las Mil Quinientas viviendas que transformaron el barrio en una zona obrera. Todavía hoy, el Pumarín es la segunda zona más pobre de Gijón (23.591€) y en la que más se abstuvieron sus votantes (33,7%).
La zona residencial de urbanizaciones de Las Mestas es la más rica y también la que más participación registró en las elecciones del 26J.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PP
PSOE
UP 20% más pobre
AbstenciónRenta media34,3%22.895€ 20% más rico
AbstenciónRenta media27,5%35.186€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. Vivir al lado del Guggenheim en Bilbao
Más de 20.000 euros conforman la brecha entre Abando, el distrito más rico y que más participa de la ciudad de Bilbao, y el resto de zonas de la ciudad. "En Bilbao hay una alta desigualdad pero no llega a los niveles que se llegan en Sevilla, Málaga o Badajoz aunque dentro de Euskadi sí que llama la atención", afirma Braulio Gómez, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Deusto.
La desigualdad de Bilbao se manifiesta entre los que viven al lado del Guggenheim, que apenas se abstienen y votan principalmente a PP y PNV, y la zona sur de Errekalde, la más pobre donde Unidos Podemos fue el más votado en 2016.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PNV
PP
UP 20% más pobre
AbstenciónRenta media35,7%27.304€ 20% más rico
AbstenciónRenta media27,2%48.514€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. Urnas vacías en 'las 3.000 Viviendas'
La abstención consiguió la mayoría absoluta en 'las 3.000 Viviendas' de Sevilla en las elecciones generales de 2016. El 55% de los votantes decidió abstenerse en un barrio en el que PSOE y UP se llevan el casi el 80% de los votos. Frente a ellos, menos del 20% de los votantes se abstuvieron en el barrio más rico de Sevilla, Santa Clara, donde PP y Cs son opciones mayoritarias.
"Si lo que se lleva al debate es lo que opina un votante de los Remedios o de Triana, no se van a tener en cuenta los problemas de las 3.000 Viviendas", afirma el politólogo Manuel Buñuel.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PSOE
PP
UP 20% más pobre
AbstenciónRenta media40,9%17.648€ 20% más rico
AbstenciónRenta media20,3%42.911€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. Las barriadas de Las Palmas, carne de abstención
La brecha económica entre el barrio que más se abstuvo en las elecciones de 2016, las barriadas de la Vega de San José, y el que más participó, la céntrica zona de Arenales-Lugo, es de casi 20.000 euros por hogar. Una diferencia que señala la desigualdad entre el centro histórico construido alrededor del Puerto de Las Palmas y las barriadas periféricas del sur, asentadas en pendiente sobre la ladera de la montaña.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PP
PSOE
UP 20% más pobre
AbstenciónRenta media40,2%21.281€ 20% más rico
AbstenciónRenta media30,7%38.264€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. Madrid, una brecha de norte a sur
La capital madrileña presenta los mayores índices de desigualdad de las grandes ciudades españolas, una brecha que se dibuja de sur a norte. Los barrios más pobres del sur, como San Cristóbal (Villaverde) o San Diego (Puente de Vallecas), se abstienen casi el triple que las lujosas zonas más ricas del norte como El Viso (Chamartín) o Piovera (Hortaleza).
Un mapa que dibuja los feudos del PP que siempre votan en las generales frente a los dominios abstencionistas de Unidos Podemos y el PSOE.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PP
PSOE
UP
Cs 20% más pobre
AbstenciónRenta media34,2%24.541€ 20% más rico
AbstenciónRenta media18,6%66.586€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. Centro frente a periferia en Valencia
Los residentes del lujoso barrio de El Pla del Remei, en el centro de Valencia, fueron los más entusiastas de las elecciones del 26J. Con solo un 14% de abstención, es el barrio que más participó de las grandes ciudades españolas. Casualmente, es el más rico de la capital y la zona en la que el PP consiguió más porcentaje de voto (61%).
Los mayores índices de abstención se concentran en los barrios pobres de las zonas periféricas como En Corts, El Grau o Tres Forques - La Fontsanta.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PP
Pod. - Comp. 20% más pobre
AbstenciónRenta media28,4%23.640€ 20% más rico
AbstenciónRenta media19,0%39.736€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. El sur obrero se abstiene en Córdoba
Más de la mitad del suelo en el barrio de El Naranjo-Brillante, el más rico de Córdoba, está destinado a urbanizaciones, chalets y viviendas unifamiliares. En el Sector Sur, el más pobre de la capital de provincia, las zonas industriales y comerciales acaparan la mitad del suelo, según los datos del INE.
Casi 20 puntos separan los niveles de abstención de ambos barrios en las generales de 2016.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PP
PSOE
UP 20% más pobre
AbstenciónRenta media39,4%19.254€ 20% más rico
AbstenciónRenta media21,3%39.228€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. La frontera invisible de Zaragoza
Apenas 3 kilómetros separan las urbanizaciones con piscina de Casablanca, en Zaragoza, con el barrio obrero de Delicias. Aunque no tienen una frontera física, sí existe una simbólica que los separa: los hogares de Casablanca ingresan 30.000 euros más y se abstienen casi la mitad que sus vecinos de Delicias.
Una brecha que se traslada a la perspectiva de voto de los principales partidos. PP y Ciudadanos son mayoría en Casablanca, el barrio más rico de la capital aragonesa, y PSOE y Unidos Podemos son primera fuerza en el más pobre, Delicias.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PP
PSOE
UP
Cs 20% más pobre
AbstenciónRenta media32,1%24.806€ 20% más rico
AbstenciónRenta media22,0%43.153€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
  1. Astilleros frente a centro histórico en Vigo
El barrio de Teis en Vigo, el más pobre de la ciudad gallega, fue el que registró el mayor porcentaje de abstención (32%) el 26J. Los principales astilleros de la ciudad y gran parte del puerto comercial señalan un barrio de marcado perfil obrero e industrial donde la candidatura de En Marea fue primera fuerza.
Una zona que se contrapone al centro histórico de Vigo, el barrio más rico de la ciudad gallega, el que más participó (un 26%). El PP fue el partido más votado.
Partido más votado en cada sección censal en las elecciones generales de 2016
PP
En Marea
PSOE 20% más pobre
AbstenciónRenta media29,7%27.838€ 20% más rico
AbstenciónRenta media27,9%34.394€ Fuente: Urban Audit, Ministerio de Interior
Metodología
Para esta información, se han cruzado los datos por secciones censales de las elecciones generales de 2016 con los de renta media por hogar de la operación estadística de Indicadores Urbanos Urban Audit referentes al año 2016, que divide las ciudades en áreas suburbanas (SCD). Estas separaciones no siempre coinciden con divisiones administrativas de distritos o barrios. Solo se han incluido las 16 ciudades más pobladas de España ya que son los únicos municipios que tienen datos de renta desglosados por barrio.
En cada área suburbana, se ha calculado el porcentaje de votos de cada candidatura y el nivel de abstención en las elecciones del 26J a partir de las secciones censales que la componen. Se han descartado los datos de 9 secciones censales de las divisiones realizadas por Urban Audit no existían en las elecciones generales de 2016.
Se han identificado a PSOE, Unidos Podemos y sus confluencias, ERC, Bildu, PACMA y BNG como partidos de izquierda y a PP, Ciudadanos, CDC, PNV, CC, UPyD y Vox como partidos de derecha.
07/04/2019 - 21:37h 0 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Enviar a Menéame Imprimir Detrás de esta noticia... Podemos publicar esta noticia gracias a las cuotas que pagan nuestros más de 34.000 socios y socias. Ellos garantizan nuestra independencia editorial y económica. Pero necesitamos más socios para seguir contratando periodistas y publicar más contenidos como este. Si tú también crees en un periodismo libre y de calidad hazte socio, hazte socia. ENLACES PATROCINADOS Jaime González, irreconocible en su reaparición televisiva Jaime González, irreconocible en su reaparición televisiva La Vanguardia La inspección de 120.000km de tu Audi A3 por 299€. Solicita cita. La inspección de 120.000km de tu Audi A3 por 299€. Solicita cita. formularios.audi.es Polen de abeja. Propiedades, cómo tomarlo, para qué usarlo. Polen de abeja. Propiedades, cómo tomarlo, para qué usarlo. universomiel.es El nuevo Kia Ceed Tourer está diseñado para el conductor. DescúbreloEl nuevo Kia Ceed Tourer está diseñado para el conductor. Descúbrelo El nuevo Kia Ceed Tourer está diseñado para el conductor. Descúbrelo Kia Semana Crossover & SUV de Ford, del 8 al 17 de abril Semana Crossover & SUV de Ford, del 8 al 17 de abril Ford Hipoteca NARANJA de ING. Con cero, cero posibilidades de equivocarte Hipoteca NARANJA de ING. Con cero, cero posibilidades de equivocarte ING Más en eldiario.es De dónde viene la extrema derecha: un obispo ultra y la familia de Barberá De dónde viene la extrema derecha: un obispo ultra y la familia de Barberá Podemos se postula en su programa para el 28A como la alternativa al "trío de Colón" y al "temblor de piernas" del PSOE Podemos se postula en su programa para el 28A como la alternativa al "trío de Colón" y al "temblor de piernas" del PSOE La Comunidad de Madrid exige a 70.000 jóvenes pagar un impuesto desconocido para deducirse el alquiler en la declaración La Comunidad de Madrid exige a 70.000 jóvenes pagar un impuesto desconocido para deducirse el alquiler en la declaración recomendado por Los comentarios de nuestros socios 1 luiscor1221 los ricos votan todos, los curas votan todos, los policias,guardias civiles y militares votan ... 2 quijotesco Siempre me he preguntado como es posible que el inconformismo ciudadano sea tan grande pero ... 3 Paubcn Creo que mas que el factor económico interviene el factor cultural, aunque un alto nivel ... 4 Artero No, no es casual, se debe en primer lugar al analfabetismo o simple alfabetización, lo cual ... 5 Cuyobai Los 'problemas' de la legislación electoral quedan sin resolver. Casualmente. 8 DONGUIDO Aquí unas explicaciónes muy bien fundamentadas de por qué los pobres, los obreros, votan a la ... 9 Huge_Head la brecha económica da como resultado la brecha cultural ,que se podría evitar mucho mas fácil ... 11 pepeespuche22 Lleváis toda la razón en El Palmar (Murcia) una pedanía de 24.000 habitantes en los barrios ... 13 Mr.Spock El neoliberalismo persigue la creación de una inmensa clase trabajadora solo preocupada por ... 14 JRG Buenísimo artículo de análisis de datos. En mi opinión shí está una de las bolsas de abstención. ... 15 jjrs50 El gran logro de la derecha es que muchos ciudadanos voten en contra de sus propios intereses. 16 Davex Votar no solo es un derecho, es una responsabilidad y por tanto debería ser una obligación. Pero ... Hazte socioComenta tú también20 comentarios
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Hay gente que nace desgraciada y muere desgraciada", dice Bella

El caso es que siendo Rocío una niña se mudó con su familia a Huelva capital, al barrio de la Natividad. La conocían por ser de 'los Pando', como apodan en La Zarza a su familia.
En las escasas fotos que Rocío había colgado en su perfil de Facebook (donde se llamaba 'Rocio Jairo Aguilarv' [sic] y tenía 551 'amigos') aparecía con toda normalidad con sus hijos en fiestas familiares y escolares, o sola, con un elegante vestido azul ceñido al cuerpo, o vaqueros blancos y alegre blusa anaranjada.
Siempre con buen aspecto físico. Joven y fuerte. Pero la Rocío del crudo mundo real, la que se encontró hace tres semanas la vecina Bella, era por el contrario una mujer "de delgadez muy exagerada", enfermiza. "Le pregunté que si estaba mala del tiroides, y me dijo que iba a mirarse", recuerda la que se convirtió en su anfitriona.
"Huían de algo gordo"
La joven madre, los cuatro hijos y su nuevo compañero, un hombre algo mayor que ella pero prematuramente envejecido, con gafas oscuras, el pelo rapado y muletas, llegaron al pueblo natal de Rocío en busca de refugio.
"Decía que había tenido que dejar su piso de Huelva porque lo necesitaba el dueño". Pero no la creyeron y se dieron cuenta de que en realidad "venían huyendo de algo gordo": la miseria, la falta de salidas, también la posible adicción a medicamentos. "Cuatro niños y sin nada".
Quería Rocío instalarse en la casa ancestral de su abuela materna, que llevaba cerrada 25 años y estaba apuntalada, con goteras, sin agua corriente ni luz. "Había ratas como elefantes" en ese 'cuarto', como en La Zarza llaman a las casas antiguas. Pero, como no tenía otro sitio donde ir, se metió dentro con toda su prole. Pasaron allí una noche.
El día siguiente, Bella fue a llevar comida a su madre, que vive en el 'cuarto' de al lado de donde se había metido Rocío con los niños y José Antonio. Y así descubrió al pasar cómo vivía la 'hija pródiga'. "Cuando vi cómo estaba con los cuatro niños, me quedé asustada no, lo siguiente. Volví llorando a casa. Les hice una comidita rápida y se la llevé, con agua fresca. Creo que esos niños no bebían agua fresca desde hace años. ¡Qué cara de ilusión tenían! Se me pusieron los pelos de punta y se me hizo un nudo en la garganta. Hablé con mi cuñada, con la que vivo arriba de la pensión de ella, para que los alojara en una habitación".
Así, la familia numerosa recién llegada a La Zarza encontró alojamiento y comida gratis en la pensión La Coneja de Isabel y Bella durante cuatro noches, mientras Rocío buscaba una casa en alquiler en buenas condiciones adonde mudarse.
En esos días, las anfitrionas y sus huéspedes se encariñaron. "Los niños nos decían 'tita'", se alegra Bella al recordar ese encuentro solidario con los que venían "sin nada".
Los niños, "muy bien educados", se maravillaban con las comidas de la pensión: las uvas, los plátanos, los guisos y el cola-cao, ¡calientes! Le pareció a su rescatadora que los chiquillos llevaban mucho sin comer con cuchara. "Pero lo mismo que digo una cosa digo otra: que los niños no estaban desnutridos, no se les veía abandonados. Iban limpios; las uñas no estaban sucias, descuidadas. Estaban limpias. Llevaban ropa que les daban, eso se nota: pero era ropa limpia".
Los niños iban a empezar el curso en el colegio público de primaria Santa Bárbara, en La Zarza (el hermano mayor también, aunque por edad debía haber ido ya a un instituto de secundaria). Y su madre, como no tenía dinero para peluquería, les cortó ella misma el pelo para su estreno escolar, lo mejor que supo.
Cuando su acogedora se enteró, envió a su sobrina peluquera para que les repasara el cuello a los niños. Subraya Bella ese detalle para expresar cómo Rocío no pedía ayuda como por no molestar, y a la vez se esforzaba por cuidar a sus hijos. Su habitación estaba siempre limpia y todos ellos, 'refugiados' nacionales en el Cuarto Mundo de la pobreza interior de España, se portaban mejor que muchas familias de turistas, dice Bella. "Los niños abrazaban y besaban a su madre, pero se les veía faltos de cariño", recuerda ahora.
La pareja de Rocío, José Antonio, de unos 40 años, con el que llevaba unos dos años de relación, estuvo con ellos parte del tiempo durante su estancia en la pensión. Se excusó con las anfitrionas de no poder quitarse las gafas de sol por una enfermedad de la vista. Hablaba poco, era correcto.
Ninguno de los niños era hijo suyo biológico pero todos le llamaban “papá”. Usaba muletas. Se enteraron de que había sido militar y era pensionista por algún tipo de invalidez profesional. Pero parecía que el verdadero cabeza de familia era Javier, el hijo de 14 años, quien, en palabras de Bella, ejercía "de padre, madre y hermano mayor".Rocío y José se suicidaron en casa y sus 4 hijos pequeños creyeron durante 5 días que dormían El hijo mayor de ella, de 14 años, cuidaba de sus hermanos durante el tiempo en el que convivieron con los cadáveres de su madre y su pareja. 25 septiembre, 2017 03:12 HUELVA SUCESOS NIÑOS Eduardo del Campo @EdelCampoCortes La pareja que apareció muerta este sábado en una casa de La Zarza (Huelva) y con cuyos cadáveres convivieron durante unos cinco días los cuatro hijos menores de ella perdió la vida por una ingesta masiva de medicamentos para suicidarse, según apunta la autopsia practicada este domingo a los cuerpos en el Instituto Anatómico Forense de Huelva, de la que han informado a EL ESPAÑOL fuentes de la investigación.Una casa con cocina, con nevera, con luz, con agua. Los vecinos de la calle, destaca Bella, se solidarizaron con Rocío y le llevaron comida, como “leche y galletas”, a su nuevo hogar para que pudiera reiniciar su vida en su pueblo de origen sin pasar hambre.
Separación dolorosa
Los niños empezaron el colegio y enseguida se hicieron amigos nuevos en la calle. Sobre su discreta miseria doméstica siguieron construyendo en paralelo su vida infantil de juegos y aprendizaje. Su evasión, su supervivencia. Pero esta semana, la segunda de clases, su hogar fue dando señales de su descomposición final.
Los profesores notaron que cada día los cuatro hermanos iban menos aseados al colegio. Decían que tenían hambre. “Y les daban de desayunar en un cuarto que tienen los profesores”. El hermano mayor pensaba que su madre y su pareja sólo estaban dormidos profundamente por efecto de las “pastillas para dormir”, como otras veces, y no intentó despertarlos ni avisó a nadie. O prefería creerse que sólo estaban dormidos y que tarde o temprano despertarían.
Y desde el martes hasta el jueves siguió con su rutina: levantaba a sus hermanos, los vestía y se iban los cuatro al colegio sin desayunar. En casa, al volver, rebuscaban en la comida donada que había en la vivienda. Incluso cortaron lonchas de un jamón. En el fregadero se iban amontonando los platos sucios. Mientras los niños hermanos sobrevivían sin llamar la atención, Rocío y José Antonio seguían ‘dormidos’ en la habitación principal.Rocío y José
La Guardia Civil, que ha enviado muestras al Instituto Nacional de Toxicología para determinar las sustancias que ingirieron, consideraba antes de la autopsia que Rocío, de 32 años, y José Antonio, algo mayor que ella, podrían haber muerto por una sobredosis accidental, pero la gran cantidad de pastillas que tragaron y el hecho de que lo hicieran los dos a la vez indica como la causa más probable que quisieran quitarse la vida adrede. La autopsia también indica que llevaban muertos desde principios de esta semana.
Los cuatro hijos y una niña más junto a su madre Los cuatro hijos y una niña más junto a su madre A Rocío y José Antonio no se les veía desde el martes, lo que indica que los niños estuvieron conviviendo con los cadáveres de sus padres (él no era su progenitor biológico, pero le llamaban "papá") toda la semana sin saber que no estaban dormidos en el dormitorio principal, como creían, sino muertos.
El sábado al mediodía el casero, alertado por el olor de la descomposición, entró a la casa y descubrió a la pareja acostada sin vida.
Rocío tenía cuatro hijos de dos padres distintos: el mayor, Javier, de 14 años, y tres pequeños de entre 5 y unos 8 años, Yeray, Jairo y Jaime, fruto de una relación posterior con un hombre del vecino pueblo de Tharsis (Huelva) del que se separó antes de irse a vivir con José Antonio.
El primogénito, que iba a cumplir 15 años en diciembre, no alertó a nadie en todo ese tiempo porque era habitual para él que la pareja pasara largos periodos ausentes en el hogar debido al efecto de, aparentemente, los somníferos.
En esos periodos, Javier se ocupaba a solas de sus hermanos pequeños. "Mi madre se toma pastillas para dormir y hay veces que está todo el día y toda la noche durmiendo", le había dicho el chaval días antes a Bella Vázquez, una vecina de La Zarza que junto a su cuñada Isabel Hermoso, dueña del hostal La Coneja, alojó y dio de comer a toda la familia cuando hace unas tres semanas llegaron "sin nada" a este pueblo de 1.260 habitantes en la comarca minera del Andévalo.
"Hay gente que nace desgraciada y muere desgraciada", dice Bella, que detalla a EL ESPAÑOL cómo el drama familiar con el que se encontró a principios de septiembre ha desembocado en tragedia.
José era militar retirado y sufría alguna lesión Las minas de la comarca onubense del Andévalo fueron cerrando, desde Minas de Riotinto a La Zarza, y esta zona se hundió en una depresión económica, de la que está remontando poco a poco en los últimos años gracias a la reapertura de varias instalaciones.
El caso es que siendo Rocío una niña se mudó con su familia a Huelva capital, al barrio de la Natividad. La conocían por ser de 'los Pando', como apodan en La Zarza a su familia.
En las escasas fotos que Rocío había colgado en su perfil de Facebook (donde se llamaba 'Rocio Jairo Aguilarv' [sic] y tenía 551 'amigos') aparecía con toda normalidad con sus hijos en fiestas familiares y escolares, o sola, con un elegante vestido azul ceñido al cuerpo, o vaqueros blancos y alegre blusa anaranjada.
Siempre con buen aspecto físico. Joven y fuerte. Pero la Rocío del crudo mundo real, la que se encontró hace tres semanas la vecina Bella, era por el contrario una mujer "de delgadez muy exagerada", enfermiza. "Le pregunté que si estaba mala del tiroides, y me dijo que iba a mirarse", recuerda la que se convirtió en su anfitriona.
"Huían de algo gordo"
La joven madre, los cuatro hijos y su nuevo compañero, un hombre algo mayor que ella pero prematuramente envejecido, con gafas oscuras, el pelo rapado y muletas, llegaron al pueblo natal de Rocío en busca de refugio.
"Decía que había tenido que dejar su piso de Huelva porque lo necesitaba el dueño". Pero no la creyeron y se dieron cuenta de que en realidad "venían huyendo de algo gordo": la miseria, la falta de salidas, también la posible adicción a medicamentos. "Cuatro niños y sin nada".
Quería Rocío instalarse en la casa ancestral de su abuela materna, que llevaba cerrada 25 años y estaba apuntalada, con goteras, sin agua corriente ni luz. "Había ratas como elefantes" en ese 'cuarto', como en La Zarza llaman a las casas antiguas. Pero, como no tenía otro sitio donde ir, se metió dentro con toda su prole. Pasaron allí una noche.
El día siguiente, Bella fue a llevar comida a su madre, que vive en el 'cuarto' de al lado de donde se había metido Rocío con los niños y José Antonio. Y así descubrió al pasar cómo vivía la 'hija pródiga'. "Cuando vi cómo estaba con los cuatro niños, me quedé asustada no, lo siguiente. Volví llorando a casa. Les hice una comidita rápida y se la llevé, con agua fresca. Creo que esos niños no bebían agua fresca desde hace años. ¡Qué cara de ilusión tenían! Se me pusieron los pelos de punta y se me hizo un nudo en la garganta. Hablé con mi cuñada, con la que vivo arriba de la pensión de ella, para que los alojara en una habitación".
Así, la familia numerosa recién llegada a La Zarza encontró alojamiento y comida gratis en la pensión La Coneja de Isabel y Bella durante cuatro noches, mientras Rocío buscaba una casa en alquiler en buenas condiciones adonde En esos días, las anfitrionas y sus huéspedes se encariñaron. "Los niños nos decían 'tita'", se alegra Bella al recordar ese encuentro solidario con los que venían "sin nada".
Los niños, "muy bien educados", se maravillaban con las comidas de la pensión: las uvas, los plátanos, los guisos y el cola-cao, ¡calientes! Le pareció a su rescatadora que los chiquillos llevaban mucho sin comer con cuchara. "Pero lo mismo que digo una cosa digo otra: que los niños no estaban desnutridos, no se les veía abandonados. Iban limpios; las uñas no estaban sucias, descuidadas. Estaban limpias. Llevaban ropa que les daban, eso se nota: pero era ropa limpia".
Los niños iban a empezar el curso en el colegio público de primaria Santa Bárbara, en La Zarza (el hermano mayor también, aunque por edad debía haber ido ya a un instituto de secundaria). Y su madre, como no tenía dinero para peluquería, les cortó ella misma el pelo para su estreno escolar, lo mejor que supo.
Cuando su acogedora se enteró, envió a su sobrina peluquera para que les repasara el cuello a los niños. Subraya Bella ese detalle para expresar cómo Rocío no pedía ayuda como por no molestar, y a la vez se esforzaba por cuidar a sus hijos. Su habitación estaba siempre limpia y todos ellos, 'refugiados' nacionales en el Cuarto Mundo de la pobreza interior de España, se portaban mejor que muchas familias de turistas, dice Bella. "Los niños abrazaban y besaban a su madre, pero se les veía faltos de cariño", recuerda ahora.
La pareja de Rocío, José Antonio, de unos 40 años, con el que llevaba unos dos años de relación, estuvo con ellos parte del tiempo durante su estancia en la pensión. Se excusó con las anfitrionas de no poder quitarse las gafas de sol por una enfermedad de la vista. Hablaba poco, era correcto.
Ninguno de los niños era hijo suyo biológico pero todos le llamaban “papá”. Usaba muletas. Se enteraron de que había sido militar y era pensionista por algún tipo de invalidez profesional. Pero parecía que el verdadero cabeza de familia era Javier, el hijo de 14 años, quien, en palabras de Bella, ejercía "de padre, madre y hermano mayor".
Una casa con cocina, con nevera, con luz, con agua. Los vecinos de la calle, destaca Bella, se solidarizaron con Rocío y le llevaron comida, como “leche y galletas”, a su nuevo hogar para que pudiera reiniciar su vida en su pueblo de origen sin pasar hambre.
Separación dolorosa
Los niños empezaron el colegio y enseguida se hicieron amigos nuevos en la calle. Sobre su discreta miseria doméstica siguieron construyendo en paralelo su vida infantil de juegos y aprendizaje. Su evasión, su supervivencia. Pero esta semana, la segunda de clases, su hogar fue dando señales de su descomposición final.
Los profesores notaron que cada día los cuatro hermanos iban menos aseados al colegio. Decían que tenían hambre. “Y les daban de desayunar en un cuarto que tienen los profesores”. El hermano mayor pensaba que su madre y su pareja sólo estaban dormidos profundamente por efecto de las “pastillas para dormir”, como otras veces, y no intentó despertarlos ni avisó a nadie. O prefería creerse que sólo estaban dormidos y que tarde o temprano despertarían.
Y desde el martes hasta el jueves siguió con su rutina: levantaba a sus hermanos, los vestía y se iban los cuatro al colegio sin desayunar. En casa, al volver, rebuscaban en la comida donada que había en la vivienda. Incluso cortaron lonchas de un jamón. En el fregadero se iban amontonando los platos sucios. Mientras los niños hermanos sobrevivían sin llamar la atención, Rocío y José Antonio seguían ‘dormidos’ en la habitación principal.
El viernes faltaron al colegio. Y el sábado por la mañana, el mayor fue a ver a su ‘tita’ Bella a la pensión, como recuerda ahora ella con dolor incrédulo. "Vino, me dio dos besos, muy contento. Estaba jugando en la calle con sus amigos nuevos. ‘¡Ve a jugar!’, le dije" Y el chico se fue.
Pero una hora después, sobre las 12.20 del mediodía, Javier volvió en busca de Bella a la pensión. Esta vez llegaba llorando.
–¡Te tengo que decir algo muy importante, pero no puede escucharme nadie!
–¿Qué te ha pasado?
–¡Se ha muerto mi madre!
–¡Cómo va a morirse! ¡Se habrá tomado pastillas para dormir! –le respondió incrédula su benefactora.
–Y su pareja también se ha muerto.
–¡Sí, hombre, como Romeo y Julieta! –seguía Bella sin dar crédito a la noticia.
El muchacho le aseguró que era verdad. Y le pidió a la mujer que lo escondiera en la pensión porque temía que "la guardia", la Guardia Civil, iba a venir y se lo iba a llevar.
Lo que había ocurrido entre una visita y otra del chico es que el casero de la vivienda, Andrés Molina, se presentó a preguntar por los inquilinos adultos, de los que no tenía noticia; el hijo mayor dijo que ni su madre ni su compañero podían abrir la puerta porque estaban “dormidos”. Y añadió que ella estaba “muy fría”.
El dueño, alarmado por ese detalle y por el olor a descomposición que salía de la casa, entró entonces y descubrió los dos cadáveres en la cama. No tenían signos de violencia.
Fue entonces cuando se descubrió que los cuatro niños habían estado viviendo de martes a sábado con su madre y su padrastro muertos detrás de la puerta, sin saberlo o sin quererlo saber. Luego se ha sabido que el hijo mayor respondía si le preguntaban por su madre y su pareja que ella estaba “dormida” y él “jugando a la Play”.
El chico fue corriendo a darle la terrible noticia a Bella, su acogedora en la pensión, y ésta regresó con él a la casa de la tragedia para ver a los demás niños. La Guardia Civil llegó y se hizo cargo de los menores mientras acudían otros parientes a buscarlos.
Precisa Bella, que estaba allí, que a los tres más pequeños los recogió su abuela paterna y su padre legal y biológico, un hombre del pueblo de Tharsis y residente en Huelva que en ese trance le contó que él llevaba año y medio reclamando sin éxito la custodia de sus tres hijos porque con su madre estaban “abandonados”.
Este padre de los tres pequeños quiso también asumir el cuidado del hermano mayor, aunque no sea hijo biológico suyo, para que los cuatro niños no se separen. Pero de Javier vino a ocuparse su abuelo materno, el antiguo minero Paco, que vive en Huelva, donde la abuela materna, María, trabaja de aparcacoches.
Aunque los niños volverán a vivir en Huelva capital y será fácil que sigan viéndose allí (la Junta de Andalucía tiene que estudiar su situación), el primogénito que había cuidado "como un padre, una madre y una hermana mayor" a sus hermanos pequeños Jaime, Jairo y Yeray “lloraba lo más grande” este sábado al ver que los separaban apenas horas después de conocer la verdad del cuento: que no pueden seguir yendo al cole y jugando con los amiguitos en la calle como si su madre no estuviera muerta, sino que fuera sólo la bella durmiente a la que un día despertarán a besos de su eterna maldición.
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Ramón J. Soria: Por qué las abejas no son neoliberales. El neoliberalismo económico mata, precariza, esconde, arrasa, desprecia a las personas… y también a las abejas, que no gustan de Milton Friedman o von Hayek ni de sus seguidores en economía y en política, que van a destrozar el mundo.

http://ctxt.es/es/20161019/Firmas/9064/miel-comida-abejas-produccion-venta-neliberalismo.htm
"El neoliberalismo económico mata, precariza, esconde, arrasa, desprecia a las personas… y también a las abejas. Que conste que mi interés por las abejas es egoísta y glotón. Quiero que haya muchas abejas porque me encanta la fruta fresca y la miel, y porque la única monarquía que admiro es la de la abeja reina (pero esa cuestión se la dejo a Jaime Peñafiel).
Anoto aquí once breves apuntes desde los que supongo y deduzco que las abejas no gustan de los libros de Milton Friedman o Friedrich von Hayek ni de todos esos nietísimos que han proliferado por el campo de la economía y de la política y que nos van a dejar el mundo destrozado. Un apicultor amigo me ha dicho que suelen leer a Henry David Thoreau y a Edward Abbey pero no me imagino a la monarca leyendo por la noche a estos dos ilustres tipos (pero esa cuestión se la dejo a Guillem Martínez).
Así que las abejas no son neoliberales porque:
  1. Hay trabajos valiosos que no se pagan. La FAO y los más importantes centros de investigación sobre ecología llevan años denunciando que la alimentación humana está en grave amenaza, que el valor económico de la polinización es enorme y sin abejas la agricultura, tal como la conocemos, se puede acabar. Según un estupendo estudio económico de Greenpeace en España casi el 70% de los cultivos que producen alimentos dependen de la polinización cruzada de los insectos. Se ha estimado que el beneficio o valor económico es de más de 2.400 millones de euros. El descubrimiento de su enorme valor polinizador es reciente, se sabía que eran importantes, al igual que otros insectos libadores de néctar, pero no hasta este punto. Sin embargo seguimos utilizando insecticidas y herbicidas sin control. Venenos que matan millones de abejas de las que depende nuestra comida.
  2. Buscar malas soluciones cuando se ha arrasado la naturaleza. En esta última década se han dado mortandades masivas de abejas tanto en EEUU como en Europa. Abejas debilitadas, intoxicadas, desorientadas y más proclives a sufrir el ataque de parásitos, la causa es el uso y abuso de diversos pesticidas cuya venta sigue siendo legal y masiva. No es una leyenda sino el comienzo de una catástrofe, hay extensas regiones agrícolas de China que, debido al uso de pesticidas se han quedado sin abejas e insectos polinizadores y deben fertilizar las flores de los árboles “a mano”, con un pincelito. Esa puede ser la imagen de nuestros campos de cultivo en un futuro cercano. Aparecerá un nuevo perfil laboral denominado “polinizador de frutales” (el día que vea un anuncio de este perfil en el INEM me pego un tiro, o no hará falta porque el “fin del mundo” estará cerca).
  3. Bajos salarios por un trabajo muy especializado. En España hay más de 24.000 apicultores de los que casi el 20% son profesionales, viven de eso, de “pastorear” abejas, sin embargo son mileuristas, su renta apenas supera los 12 mil euros teniendo 500 colmenas.
  4. Bajo precio al productor pero alto precio en el punto de venta. Los precios de la miel dependen de si el apicultor se la vende directamente al consumidor (6-7 euros/kilo), si la venden a través de cooperativas o minoristas (3,5 o 4 euros), o a un mayorista (2,5 euros). Este precio por kilo se multiplica por 3 o por 5 para el consumidor final que la compra en envases de 350 gramos en una gran superficie. Así que recomiendo comprar directamente al productor. Se da entonces la paradoja económica ¿neoliberal? de que pagamos bien al apicultor y encima nos sale la miel más barata.
  5. Vender a bajo precio lo valioso. España es un gran productor de miel de alta calidad que nosotros no apreciamos. La producción de miel en nuestro país es enorme, más de 33.000 toneladas, la mayoría se produce en Andalucía, Valencia y Extremadura. De toda esa miel, unas 20.000 toneladas se exportan a Alemania, Francia e Italia. Muchos kilos de esa miel tiene Denominación de Origen, se trata de una miel preciosa y exquisita que dejamos escapar y que la consumen quienes saben lo que es bueno.
  6. Miel (y todo lo demás) made in China. Importamos y consumimos miel mediocre. Traemos de fuera 21.000 toneladas. Antes una parte importante era miel europea, ahora casi el 90% es de China. (De allí no sólo vienen los Iphones, juguetes o ropa barata) En Europa las importaciones de miel procedente de China se han multiplicado por más de diez en los últimos ocho años. En el año 2007 los europeos importábamos de China apenas 9.739 toneladas, el año pasado llegaron 97.701 toneladas. Una importación que hasta hace pocos años estaba prohibida por cuestiones de “seguridad alimentaria”. En la etiqueta no suele poner “made in china” porque se mezcla con mieles europeas y se envasa aquí.
  7. Consumir mucha m*%&@. Consumimos cada vez más azúcar refinado y edulcorantes artificiales cuya “bondad” para la salud esta muy cuestionada, en cambio cada vez tomamos menos miel, un edulcorante natural y saludable que llevamos saboreando más de 8.000 años. El consumo de miel en España es bajísimo, apenas unos 700 gramos por persona y año. Una media con una alta “desviación típica”, eso quiere decir que hay unos pocos que si consumimos bastante miel y la mayoría de los españoles nada.
  8. Dejar de comer algo bueno. El sabor de la miel es potente pero con muchos matices y aromas. Se puede catar como un vino porque contiene innumerables moléculas aromáticas. En cambio el azúcar tiene un sabor plano, un dulzor soso y neutro. Quién es aficionado a la miel apenas soporta la sacarosa refinada. Pero no voy a contar aquí los valores nutricionales de la miel, ni de sus propiedades antibióticas, cicatrizantes, emolientes, laxantes, cosméticas, antioxidantes, prebióticas, antiinflamatorias, de refuerzo del sistema inmune y un largo etcétera.
    Ddice Yaveh que allí hay miel con queso e invades, ocupas, colonizas y echas a quien sea
Puede parecer que estoy hablando y haciendo una apología poco científica de un alimento casi mágico o que soy accionista de alguna multinacional apícola. Para eso ya están los biólogos especialistas en insectos antófilos (del griego: “que ama las flores”) o los bromatólogos y los médicos nutricionistas. Preguntadles a ellos.
  1. Interludio sacro. La Biblia en el libro del Éxodo 3:8 lo deja bien claro. Dios les sopla al llamado “pueblo elegido” que les quiere “subir a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” y van corriendo a ese país, aunque esa tierra está ya ocupada por cananeos, hititas, amorreos, perizitas, heveos y jebuseos, o luego por palestinos. Te dice Yhaveh que allí “hay miel con queso, que sabe a beso” e invades, ocupas, colonizas y echas a quien sea. En este caso la culpa no es de la miel sino de los dioses que siempre han sido un peligro para la convivencia humana.
  2. Interludio íntimo. La gente suele admirar las mariposas. A otros siempre nos gustaron más las abejas. Me han picado muchas veces y otras tantas he contemplado con mi lupa el precioso arpón de su aguijón y el palpitante y automático sistema de bombeo del veneno conectado a su vida. Si te pica muere. Sin embargo ni siquiera de niño les tuve miedo. Nuestros campos de juegos eran montes de tomillos, romeros, encinas, jaras y brezos llenos de abejas trabajando, no nos acercábamos a las colmenas no tanto por temor a su ataque como para no molestar. Dejarlas en paz en lo suyo: ir de flor en flor, fabricar miel, guardar polen. Mi abuela, muchas veces para merendar, nos preparaba un bocadillo de queso curado en aceite con las dos partes interiores del pan empapadas en miel oscura. Ángela siempre decía lo mismo: “miel con queso sabe a beso”. Durante algunos años me intrigó ese refrán que yo creía, como todo lo que decía mi abuela, totalmente verdadero. Intuía que lo de besar debía de saber bastante rico.
    Esa miel siempre cristalizaba y tenía sumergida dentro alguna abeja muerta
En casa del abuelo Fernando apenas se consumía azúcar y todo se endulzaba con miel: las crujientes rosas de sartén, el café con leche, los bocatas de queso, las naranjas preparadas. Se guardaba la miel en tarros de cristal muy grandes y pesados, como de dos kilos. Esa miel siempre cristalizaba y tenía sumergida dentro alguna abeja muerta. La miel era un regalo, un don que diría Marcel Mauss, de nuestros amigos Flore, Sixta o Heliodoro. Mi abuelo, a pesar de haber trabajado en su juventud como “mancebo de botica” en el loco Madrid de los años veinte, era muy aficionado a las hierbas naturales y los remedios caseros contra las enfermedades, pero la miel la tomaba por gusto, porque era un goloso o, como se dice ahora, todo un gourmet. Luego descubrí la verdad práctica de aquel dicho misterioso de mi infancia: “miel con queso sabe a beso”.
  1. Datos, cifras y espanto. Merece la pena leer con atención el estudio económico de Greenpeace y también el estudio sectorial del Ministerio de Agricultura del que han salido casi todos los datos aquí apuntados. Matt Willey, un artista de Nuevas York ha fundado “Good of the Hive Initiative”, un loco, ambicioso y bello proyecto que pretende pintar personalmente por las paredes de las ciudades del mundo 50.000 abejas, el tamaño de una colmena sana. Los amantes de las abejas nos estamos movilizando por todo el mundo, no tanto por las abejas como por la certeza de que un mundo sin insectos sería un mundo sin personas.
Y ahora, un espacio para la publicidad consumista, por si el mensaje gastrológico no ha quedado claro: Mejor Thoreau que Milton Friedman, mejor Edward Abbey que Hayek, mejor Guillem Martínez que Jaime Peñafiel. Y tomad mucha miel, de aquí cerca, nuestra, de calidad, con pan, queso y beso."
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Si te tocar cuidar de niños estos días, en Verne hemos pensado 42 juegos e ideas para que no os aburráis ni caigáis en la rutina con los mismos de siempre. En la siguiente recopilación se pueden encontrar desde el clásico Veo Veo a apps con las que los más pequeños podrán repasar matemáticas, lengua o inglés. Tardes en casa con los niños. Cuando hace mal tiempo es difícil entretenerlos en casa y alejarlos, al tiempo, de juegos tecnológicos. Para que paséis divertidas tardes en casa con los niños os proponemos 5 juegos caseros. Una discusión de juegos didacticos para niños de 2 a 3 años caseros podemos compartir. Administrador blog Noticias Niños 2019 también recopila imágenes relacionadas con juegos didacticos para niños de 2 a 3 años caseros se detalla a continuación. Visite la fuente del sitio web para obtener más detalles. 22-nov-2020 - Explora el tablero de Jesus Mene "juegos 1 a 2 años" en Pinterest. Ver más ideas sobre actividades para bebes, actividades para niños pequeños, actividades para niños. La ciencia es algo mágico que fascina a los niños, que, desde muy pequeños, muestran una gran curiosidad por el mundo que les rodea.Aunque pueda parecer cosa de mayores, existen experimentos caseros que los niños pueden desarrollar con la ayuda de los padres, inculcándoles, de esta forma, el amor por la ciencia.Los experimentos científicos para niños hacen posible que el pequeño se Juegos caseros para bebés o niños pequeños con cosas que hay en casa. Estos son actividades que empezamos a hacer con Oliver cuando era bastante más pequeño (15-18 meses). Ahora tiene 2 años y 8 meses y aunque probablemente ya no le resulten tan atractivas porque ya son «fáciles» para hacer, creo que aún pueden resultar interesantes como ejercicios de relajación. 05-mar-2015 - En esta página encontraréis todas las actividades y juegos que nosotros hemos hecho a partir de los 2 años, pero no significa que tú no la... 5 juegos educativos para niños de infantil En este caso, los juegos que os presentamos son variados. 3 ya los habíamos visto en otros recopilarios – el puzzle de números, el juego de las formas y el de los colores- pero también os pueden resultar interesantes el juego para descubrir texturas y el de componer letras. Los niños son muy diferentes a nosotros los adultos, aún no han sido tocados por este estilo de vida tan ajetreado, responsabilidades, agendas cargadas y diferentes fuentes de estrés. Ellos aun saben divertirse y tienen ganas de aprender; por eso hoy compartimos con todos como hacer juegos didacticos para niños bebes de 2 a 3 años. ¡Nos encantan los juegos caseros!Nunca nos cansamos de mostraros ideas y manualidades para construir nuestros propios juegos con los peques, por eso en esta ocasión hemos querido recopilar 38 juegos infantiles caseros… sí, como lo leéis, ¡38! Tenemos juegos infantiles de todo tipo: puzzles, memory, juegos de mesa tradicionales, construcciones, juegos de ingenio…

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